La viva solidez del hábito

La viva solidez del hábitoImagen: Verne – elpais.com

Estar tan restringidos en el movimiento puede parecer en muchas ocasiones estar encarcelado. Nos toca estar en la casa, aún en contra de lo que opinemos al respecto estamos en compañía de nuestros hábitos y tal vez una que otra habilidad. Aunque queramos salir, no podemos, permanecemos en la casa por distintas razones: por responsabilidad, por compromiso, por solidaridad, incluso hasta por la multa; pero principalmente y sin tapujos, por subsistencia.

De igual manera sucede con la mente, queremos salir de allí, pero no sabemos si es posible, entonces siempre emergen circunstancias y respuestas que nos favorecen o aquellas que ya están por hábitos predefinidos. Convertimos las paredes o limites mentales en amigos o enemigos, básicamente es así, así que es evidente que no poseemos la capacidad ni la claridad necesaria de responder sin el hábito y muy pocas veces damos respuesta con una habilidad.

La caracterización que producen los hábitos como respuesta tienen el problema de AUTOMATIZAR. Los hábitos se convierten en respuestas muy rápidas y desde una perspectiva evolutiva esas respuestas están diseñadas para poder subsistir. Y es así que convertimos ciertos funcionamientos en procesos instintivos, pero esto ocasiona varios inconvenientes muy serios.

Primero, al automatizarse los hábitos salen de la esfera consciente y es justo aquí que nos transformamos en propietarios de lo que no somos. Es como vivir en alquiler, pagamos por el servicio; pero no adquirimos capital. Los hábitos nos otorgan un servicio de subsistencia, más no de realidad de vida.

Segundo, los hábitos pasan a transitar a otros hábitos menos fuertes conformando una zona de confort.

Tercero, el hábito tiene una connotación especial y es que se fortalece con el esfuerzo ejercido en las acciones de cualquier tipo. Quiero decir, que se apoya mucho en la voluntad.

Cuarto, cada hábito sostiene la perpetuidad, la permanencia del sentido protagónico que está incluido en el hábito mismo. ¿por qué? Porque el sentido protagónico es el pensamiento más común a todo pensamiento y a todo sentimiento frecuente.

Por ejemplo, ahora que estamos en confinamiento por estas fechas de Abril 2020 y que experimentamos vivir en casa todos los días las 24 horas del día, pues nos topamos con la pericia mental del automatismo. Primero, las personas se enfrentaron a las cuatro paredes y al hecho de no poder realizar actividades fuera de ella y esto les generaba un conflicto, al igual sucede con la convivencia. Las respuestas que ya teníamos empiezan a cambiar y el mecanismo programado de adaptabilidad, también.

Finalmente, iniciamos el desarrollo de otros hábitos y en simultáneo otras situaciones. Y así no la pasamos día tras día, año tras año, vida tras vida y sin poder desprendernos buenamente de ellos. ¡Qué horror! Además, es triste, porque estamos condenados a nuestros propios hábitos; querer salir de ellos y no poder hacerlo; sin encontrar ese solaz donde se distinguen nuevas formas de percibir la vida. Formas más allá de los límites que la mente pueda si quiera poder nombrar, y poder experimentar lo que jamás muchos no han visto.

Eso sí, los nuevos hábitos despiertan algo bien bonito; la capacidad de saber que se puede deshacer un poco el camino andado con respecto a los mecanismos que se han instaurado y con los cuales se han convivido por mucho tiempo. Saber que se pueden correr puertas y ventanas para reconocer patrones, es muy lindo; es bonito y grato poder ser más objetivos con los mecanismos personales adquiridos. Ahora, aquí empieza de nuevo el proceso de automatización: la sorpresa de la novedad, el conflicto con los encuentros nuevos porque no nos gusta del todo lo que vivimos, por lo tanto, no agrada. Y así, nos vamos acoplando a cada vez más mecanismos, que nos muestran cosas interesantes y otras muy complejas, es decir, estamos en el juego inmenso de reconocernos y de aprender nuevas cosas para finalmente acomodarnos.

Sin dilema alguno, a fuerza de los hábitos está implícita en nuestra vida cotidiana. Cuando una persona no tiene el suficiente discernimiento, le es muy fácil producir pensamientos, ya que es sencillo reaccionar por hábitos. Las personas tenemos hábitos en todo lo que hacemos: en el comer, en el sentir, en el pensar, en el creer que se puede decidir, en el dolor, y más. Es tan así, que existen personas que poseen el hábito de no tener hábitos – como los Ascetas -. Otras que categorizan los hábitos en el péndulo de lo bueno y lo malo – como el hábito bueno que es llamado: «virtud».

Pero ellos siguen siendo lo que son: hábitos que se adquieren de la cultura, de la genética, de la familia, y los personales. Siempre hay un condicionamiento de cualquier tipo. Es difícil ver el mundo sin condicionamiento porque ya nuestras mentes están condicionadas, nuestros cuerpos lo están.

A diario estamos condicionados por informaciones que residen en el campo y en el complemento del campo 1. Ambos, sumados a las propias tendencias modelan respuestas en forma de hábitos y habilidades con los cuales los seres humanos construimos nuestra personalidad. Hábitos originados por el sentido de control, el impulso de poder, el sentido de auto-afirmación racional y emocional.

Los modelos orientales lo que intentaron plantear fue transformar las olas de pensamientos de la mente de diverso origen. Transformar hábitos mentales confusos o complejos en otros más susceptibles al cambio, a la comprensión. Estos modelos otorgan parámetros o puntos de referencia en las cuales se pueda reflexionar; pero toda enseñanza lo que produce es un cambio de paradigma, nada más.

Con esta forma de transformar simetrías de hábitos, coexiste un molde más inmediato y cercano para salir de ellas y son las habilidades innatas. Nuestras habilidades son las figuras que apoyan la acción de vencer dichos hábitos.

Los hábitos y las habilidades están estrechamente relacionadas. El hábito da como resultado de la suma de una habilidad, más el sentido protagónico, y una habilidad resulta de operar un hábito, menos el sentido protagónico.

Que ya será otro contenido para tratar y del cual me alienta muchísimo.

Aly, la profe

Abril 2020

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1 El Campo es aquello que podemos percibir y detectar a través de nuestros sentidos y nuestra memoria en un instante cualquiera. Es lo que llaman comúnmente Consciente.
El Complemento del Campo es todo aquello que no soy yo. Todo aquello que es acausal. Es la información a la cual no se accede conscientemente.

Si desea ampliar la información de los conceptos ver en el texto del Blog: La Intuición – Parte 1